El Día del Padre es una fecha muy especial para celebrar el amor y la dedicación de aquellos hombres que nos han criado y acompañado durante nuestra vida. Sin embargo, para muchos ancianos que se encuentran en residencias de la tercera edad, este día puede ser un recordatorio triste, ya que muchos pueden enfrentarse a soledad y aislamiento.
La soledad en la tercera edad es un problema serio que afecta a millones de personas en todo el mundo. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la soledad y el aislamiento social pueden tener consecuencias negativas en la salud física y mental de las personas mayores, incluyendo un mayor riesgo de depresión, deterioro cognitivo y enfermedades cardiovasculares.
En el caso de los ancianos que viven en residencias de la tercera edad, la soledad puede ser aún más pronunciada. A menudo, estos adultos mayores se encuentran lejos de sus familias y amigos, y pueden tener dificultades para adaptarse a un ambiente nuevo y desconocido. Además, la falta de actividades y programas que fomenten la interacción social puede agravar aún más el problema de la soledad.
Desde el comité de Responsabilidad Social Corporativa, quisimos celebrar el Día del padre con un humilde reconocimiento a todos los padres contando con la ayuda de los empleados de Alquiber: os pedimos que escribieseis una carta a un anciano de diferentes residencias de la tercera edad de Madrid felicitándoles este día.
Fuisteis muchos los que colaborasteis en esta bonita acción, nos llegaron cartas y dibujos de casi todas las delegaciones llenas de entusiasmo y cariño. Para ser exactos, recibimos más de 50 cartas acompañadas de obras de arte de los más pequeños de la casa. ¡Muchísimas gracias a todos los que quistéis formar parte de este homenaje!
Con todo preparado, pusimos rumbo a las residencias para hacerles entrega de este bonito detalle lleno de amor y cariño de la familia Alquiber, acompañado de un perfume para que pudiesen sacar sus mejores galas en este día tan especial.


Ninguno nos esperaba allí y mucho menos se esperaban que fuésemos a darles esta sorpresa. La mayoría eran personas bastante mayores, en muchos casos con ciertas capacidades cognitivas mermadas y sin los recursos o habilidades que tenemos cualquiera de nosotros. Otros tenían la salud de un toro, por ejemplo, Julián, el anciano más longevo de la residencia. Julián tiene 105 años y se encuentra bastante bien. Mónico, en cambio, se está quedando ciego y esto le afecta mucho en su día a día. Sin embargo, afronta esta situación con una gran sonrisa y con motivación. Todos tienen una historia detrás y pudimos conocerlos un poquito más y pasar una mañana muy agradable. Lo más emocionante fue leerles las cartas y darles el regalo para celebrar su valía como padres. Todos se alegraron muchísimo, incluso alguno se emocionó. Nos regalaron momentos muy bonitos y nos fuimos de allí con el corazón lleno.


