Gatos vs. Perros

Tener un gato significa tener que sacudirte el pelo de la ropa cada vez que sales de casa. Significa presenciar a diario escenas divertidas y surrealistas que pensabas que solo verías en Internet. Es la sensación de una cabeza peludita golpeándote los tobillos en busca de atención y cariño, pero también la sorpresa de encontrarte objetos bajo el sofá que ya tenías por perdidos. Tener un gato significa verte en la obligación de cerrar la puerta del baño para que tu mascota no entre a saciar su sed con el agua de la taza del váter. También es la impresión de despertarte con una pata peluda en la cara. Es el sonido de un ronroneo, pero también de un bufido. Las bolas de pelo y las cortinas arañadas.  

Por otro lado, los perros son la energía, los saltos y ladridos eufóricos que recibes al llegar a casa. Son los largos paseos por el campo y el incesante vaivén de una pelota o un palo. Son unos ojos hambrientos que te miran por debajo de la mesa a la hora de comer, pero también una mirada que se torna triste cada vez que tienes que marcharte de casa. Tener un perro significa presenciar un extravagante ritual de saludos cada vez que se encuentran con otro miembro de su grupo. Es el sonido de unas patitas golpeando el parqué y de unas zarpas arañando una puerta. La espuma de un cojín destrozado y el bailoteo alegre de su rabo.  

Sin duda, convivir con alguno de estos peluditos de cuatro patas arroja múltiples experiencias enriquecedoras a nuestra rutina cotidiana. No obstante, a la hora de la verdad, ¿cómo sabemos cuál de estas dos criaturitas se adapta mejor a nuestras necesidades personales y estilo de vida? ¿Cuál de los dos se coronará como nuestro peludito favorito? 

Con el fin de esclarecer esta duda, decidimos animar a los compañeros de Alquiber a competir en un duelo de Gatos vs. Perros, un duelo donde cada uno de nuestros compañeros expondrá las múltiples virtudes de sus respectivas mascotas, así como las diferentes vivencias positivas que han podido experimentar desde que estas entraron en sus vidas.  

Así que, sin más dilación, ¡que empiece la competición! 

Desde el departamento de Recursos Humanos, nuestra compañera Angélica Ausín muestra una clara inclinación hacia los caninos: 

“En esta casa nos encantan los animales y, desde que tuvimos a Kiara, un cocker con Foxterrier, la cual estuvo junto a nosotros 16 años, no hemos podido evitar incorporar a más miembros peludos a nuestra familia, como es el caso de Lola, la chihuahua, y Bella, ¡la Cavapoo!” 

Kiara

Lola (izquierda) y Bella (derecha)

En el departamento de Calidad, por el contrario, sus integrantes se encuentran más divididos. En primer lugar, nuestro compañero Sebastian Queirolo se declara abiertamente adepto del #TeamLadridos: 

“Les presento a Draco, mi canhijo, quien me espera todos los días en la puerta de casa rasguñando y llorando para que lo cargue y lo llene de besos. Es un poco especial, ya que solo le gusta comer si es de mi mano. Cuando te quites los calcetines delante de él… ¡CUIDADO! Te los robará y se irá corriendo para que lo alcances y se los quites.  

Ha pasado año y medio desde que llegó a mi vida y, ahora, me resulta imposible imaginarme mi vida sin este peludo.  

¡Oh! ¡Cómo te amo ladroncillo de cuatro patas!” 

Por otro lado, nuestra compañera Iria Torres lleva una vida acompañada de sus felinos: 

“A mis compañeros de viaje, Hades y Zeus. Siempre seré vuestra teniente Ripley”. 

En el departamento de Servicios Centrales también hay algunas opiniones dispares. Comenzamos por Carlos García, quien siente un inmenso cariño por su mascota: 

“Mi perro se llama Blaki. Nació en Andújar, un pueblo de Jaén, y nos lo trajimos a Madrid cuando todavía era muy pequeño. Poco a poco fue adaptándose a su nuevo hogar y a nosotros cuatro. Le encanta salir a la calle y jugar con otros perros. Tiene un montón de juguetes con los que se entretiene. Cuando nos marchamos, siempre se queda llorando, pero después se tranquiliza. Después, cuando nos escucha llegar a casa, se pone a ladrar de lo feliz que se siente al tener a su familia cerca. Normalmente, cuando está en casa junto a nosotros se porta muy bien, por lo que le recompensamos con una chuche.  

Es un cruce de podenco y labrador, por eso tiene algo de blanco en la tripa y las patas. El resto de su cuerpo es negro y tiene los ojos marrones.  

Te queremos mucho Blaki”.

En segundo lugar, Beatriz Izquierdo vive acompañada de dos gemelas muy singulares: 

“Os presento a Canela y Castaña. Nota: Castaña es la que tiene rabo”. 

Castaña (izquierda) y Canela (derecha)

Por su parte, María José Lallave admite que no le entusiasman demasiado las mascotas. No obstante, en su casa no comparten esta opinión: 

“La verdad es que a mí no me gustan mucho los perros, ni los gatos, ni nada. Sin embargo, ¡a mi pequeña Inés, sí! Y esta es su primera mascota, Nina”.  

Por último, Gema Campos se declara simpatizante de ambos bandos: 

“Os presento a mis niños.  

En primer lugar, mi pastor alemán, ¡Yago! ¡Es un trasto! 

Por otro lado, tenemos a su primo gato, ¡Spider! También es un bicho”. 

En el departamento de Marketing, Aurora Herrera lleva apostando por los perros toda su vida: 

“Dinqui llegó a mi vida cuando yo tenía ocho escasos meses de existencia. Junto a él di mis primeros paseos a gatas sobre el parqué y la lona de la piscina (un lugar un tanto particular para gatear, pero 100% verídico), jugábamos a la pelota y a las muñecas (la muñeca era él, por supuesto) y, prácticamente, compartimos todas las cosas que comparten dos hermanos que crecen juntos (excepto las garrapatas). Siempre fue un perro muy pequeño y bastante enfermizo, pero también el ser vivo más fiel y honesto que he conocido. A pesar de ser un canijillo y no llegar al kilo y medio, nunca dudaba en defenderme cuando lo estimaba necesario, cada vez que alguien me alzaba la voz o me hacía llorar. Han pasado ya trece años desde que se marchó y todavía lo recuerdo con mucho cariño y pena. Aunque suene muy dramático, su partida fue una de las cosas más difíciles a las que me he enfrentado en la vida, y todavía no soy capaz de hablar de él sin que se me forme un nudo en la garganta. 

Por otro lado, Troy entró en mi mundo cuando yo ya estaba más crecidita. A pesar de que tiene un carácter un tanto particular que, en ocasiones, roza lo antipático; también nos ha regalado (y nos continúa regalando) muy buenos momentos. Troy adora calentarse la cabeza junto a la chimenea en invierno y dormir en posturas extrañas. Además, aunque ya tiene doce añitos, todavía conserva la energía de un pequeño canguro (adjunto pruebas)”. 

María Blanco, a pesar de no tener mascotas propias, tiene muchísimo amor que repartir para todos sus peluditos prestados: 

“Me es imposible decidir entre perros y gatos ¿no pueden ser los dos? Aunque ahora mismo no conviva con ningún amiguito peludo, aprovecho todas las oportunidades que tengo para darles mimos. Muchas veces, los animalitos de las protectoras (como Somos Galgos) son los que más lo necesitan”. 

Jennifer Sújar, nuestra compañera del departamento de Flota, está rodeada de una gran familia de peluditos: 

“Os presento a mis pequeños trastos, Balto y Niebla, que tienen tres años, y a Dana, la más cascarrabias con sus trece años. Siempre que llego a casa me reciben tan contentos, pase lo que pase. Más que mascotas, son mis compañeros de vida. Cuando llegaron a ella, la pusieron patas arriba (nunca mejor dicho), pero no los cambiaría por nada del mundo”. 

En la esquina inferior izquierda: Niebla (izquierda) y Balto (derecha). En la esquina superior derecha: Balto, Niebla y Dana (de arriba a abajo)

¡En el departamento Financiero no se deciden! Y es que aquí, quien no ladra, maúlla. 

Antes de ser madre de su pequeña Nerea, nuestra compañera Paulina Santos ya fue mamá de tres bebés perrunos:  

“Os presento a mis bebés. Kevin, por razones obvias, es el más guapete de los tres. Es el más pequeño, pero el más grande en tamaño. Le adopté hace tres años cuando él tan solo tenía dos. Al pobre le echaron de tres casas porque es puro nervio, pero lo único que necesitaba era una dueña igual de loca que él… Y aparecí en su vida. 

Casualmente, adoptamos a Kevin el mismo día que fuimos a recoger a Kenia del veterinario después de que la castrasen. Kenia es el yorkshire que aparece en la imagen, una perra de las que no hay. No le gusta pisar charcos y se marea en los coches, pero cuando el bebé llora es la primera en enterarse y avisar. No hay cámara de vigilancia capaz de competir con su eficiencia. Y sí, aunque parezca mentira, también fue adoptada. A la pobre la encontraron desnutrida, pero aquí sigue junto a nosotros este pequeño terremoto de ocho años. 

Kenia (izquierda) y Kevin (derecha)

Por último, pero no menos importante, tenemos a esta perrita blanca de raza Westy, Kira. Fue mi primera mascota. Estuvimos juntas durante trece años y un infarto se la llevó. Teníamos una conexión inquebrantable. Me fui a vivir a Portugal durante tres meses y le pedí que me esperara, que no se fuera sin mí, ya que a su edad y, aunque se encontraba muy bien atendida, sabíamos lo que podía pasar. Casualmente, regresé a Madrid en un viaje express antes de volver definitivamente. Cuando llegué, cogí a mi perrita en brazos porque la echaba mucho de menos. En aquel momento, me miró a los ojos y suspiró como si estuviese diciéndome: «he cumplido mi palabra». Regresé a Portugal un domingo y, el martes 16 de junio de 2015, se marchó para siempre. Fue una pérdida muy dolorosa y escribiendo esto se me saltan las lágrimas. A veces, aunque suene paranormal, siento que sigue a mi lado porque oigo el sonido de sus patitas andando por mi casa y la manera en la que rascaba la puerta para entrar.  Tal era nuestra conexión que el señor Paco me regaló una medallita con la imagen de Kira, mi fiel compañera, que, aunque ya no esté, siempre me acompaña”.  

Maria José Barranco, por su parte, tiene dos bebés felinas: 

“Os presento a mis dos peluditas. Una se llama Zelda, la siamesa. 

Y la otra es Estela, la peludita. 

Ambas tienen un año y cuatro meses. Las queremos mucho”. 

Marimar Cancio tampoco ha querido dejar pasar la oportunidad de presentarnos a su primogénita, Kaila.

Por último, Miriam González también nos ha querido presentar al que, durante mucho tiempo, ha sido su compañero de vida: 

“Este es mi perro Odín, un Pastor Belga. Falleció en julio porque ya era muy mayor (tenía trece años). Fue un perro de 10, muy tranquilo, cariñoso…. Un auténtico amor”. 

Fernanda Nieto, nuestra compañera de la delegación de Fuenlabrada, tiene muy claro quién es su favorito: 

“Este es Cuco, mi fiel amigo, compañero y el que me dibuja una sonrisa siempre. Nacimos el mismo día y, desde hace un par de años, me tiene enamorada. No sé si será mejor o peor, pero, desde luego, para mí es único”. 

Desde la delegación de Burgos, nuestra compañera Marta Díez, del departamento Comercial, ha querido compartir con nosotros esta bonita historia de sus dos mininos: 

“Os envío la foto de mis dos peluditos gatunos. Aunque ha pasado un tiempo desde que se marcharon al cielo de los gatos, estuvieron junto a nosotros durante casi veinte años. 

Os voy a contar un poco la historia de cómo llegaron a nuestras vidas. Al primero, Mici, lo acogí cuando tenía doce años, y una amiga de mi colegio se quedó con su hermano. La antigua dueña (una socia del padre de mi amiga) tenía dificultades para quedarse con él, por lo que nos lo quedamos nosotros. Vivió hasta que yo cumplí treinta años. 

El segundo, Zapi, apareció en nuestras vidas entre cinco y seis años después.  Los vecinos de arriba lo abandonaron en el rellano de casa. Al ser blanco, como el nuestro, otra de nuestras vecinas pensó que se nos había escapado y nos lo trajo a casa.  Cuando subimos a devolvérselo a sus respectivos propietarios, la vecina nos dijo que era el gato de su compañera de piso y, como daba mucha guerra, el resto de sus compañeras no lo querían y lo dejaron escapar. Nos dijo que, si no nos lo quedábamos, lo abandonarían en la calle. 

Finalmente, decidimos quedárnoslo. Al poco tiempo, nos dimos cuenta de que era sordo (la mayoría de los gatos albinos con ojos azules son sordos). Al principio, pensábamos que Mici no le iba a aceptar, por eso nos llevamos una grata sorpresa cuando vimos que no fue así. Dormían siempre juntos, y Mici estaba pendiente en todo momento de Zapi ya que actuaba como su lazarillo. Les llamábamos los amantes de Teruel.  

Con esto quiero demostrar que, a pesar de la fama que tienen los gatos de ser independientes, a la hora de la verdad siempre están ahí cuando se les necesita.  

El pequeño Zapi murió quince años después de entrar en nuestras vidas y, a los tres meses, se fue su compañero mayor, Mici. Le echaba mucho en falta.  Toda una vida juntos y, ahora, toda la eternidad. Siempre estarán en nuestros corazones”. 

Mici (izquierda) y Zapi (derecha)

Finalizamos el artículo con nuestra compañera Janire de Prado, comercial de Bilbao, que también ha querido recordar hoy a uno de sus más fieles amigos: 

“Este es Jacky. Nació en agosto de 2017 y ha fallecido recientemente. Ha sido mi más leal compañero todos estos años. Siempre sabía cuándo llegabas a casa y te daba la bienvenida eufórico, saltando y ladrando. Extraño las carreras que echábamos en la playa y nuestros paseos. Nos acompañó durante muchos cumpleaños, el día de mi boda… Siempre fue un miembro más de la familia. Le echamos mucho de menos”. 

Después de este desfile de peludos, no nos termina de quedar muy claro si nuestros compañeros son más de perros o de gatos. Lo que sí que tenemos claro es que cada mascota particular tiene unas características propias que lo hacen único y especial para sus propietarios. Y es que, no hay nada en el mundo equiparable a la sensación de llegar a casa tras un duro día de trabajo y comprobar que tu peludito te está esperando detrás de la puerta.